Saturday, October 9, 2010

Arte y técnica

A la mayoría de la gente le sorpredería saber que "Arte" proviene del griego "Techne", técnica. Por eso tiene sentido propio y no figurado las frases "el arte de navegar", "el arte de la carpintería". Y por eso se emplea la expresión "estado del arte" en ingeniería, para referirnos al "estado actual de desarrollo de la técnica" en un determinado campo. De hecho yo me imagino a Miguel Ángel no tanto preocupado por conseguir pintar lo que el quería (lo que, seguramente, ya estaba perfectamente definido en su mente antes de plasmarlo) como de conseguir el pigmento exacto que necesitaba, en la granulometría justa, y de mezclarlo en proporciones exactas con el aceite apropiado para lograr el óleo que necesitaba para plasmar aquello que quería. Su limitación y su mayor esfuerzo seguro que residían en ello. En la antigüedad los propios artistas fabricaban su material de trabajo, así que eran propiamente "técnicos", y esta es una faceta que inexplicablemente se pasa por alto y no ayuda a la verdadera comprensión de su talento y su ritmo creativo. Así hay que entender también a Vermeer y su bajísima productividad (contabilizada en cuadros por lustro).

Viniendo a la actualidad, Norman Foster acaba de declarar "desconfío de los arquitectos que se declaran artistas", y es que es en la arquitectura donde, más que artistas, podemos hablar de "artífices": aquellos que son capaces de planificar y definir la construcción de una cosa, com paso previo e inseparable de la proyección artística, que quizá es algo espontáneo e inevitable.

Lo asombroso es que la necesidad de belleza es general y por tanto la pura ingeniería tampoco se libra de ella. Sin una necesidad expresa de belleza, aun así los ingenieros no dejan de referirse a tal o cual trabajo con admiración como "una solución elegante" o "estética", y de hecho a una torre con relación longitud/diámetro mayor que 1 se la califica de "esbelta"; y todo esto aplicado a aparatos tan presuntamente toscos como una molino de martillos o o un tornillo de arrastre. El extremo se da, por supuesto, en Matemáticas, donde los profesionales NECESITAN que sus demostraciones no solo sean válidas sino que sean bellas, de acuerdo a los criterios de belleza en ese campo (claridad, brevedad, concisión... la obra cumbre de Perelman tal como fue colgada en Internet no ocupa más de 100 págs. por ejemplo).

Y, a todo esto, recordad: el trabajo de ingeniería se ha vuelto una actividad romántica, afín a la vida de los artistas, es decir, aquél mundo donde uno busca otras cosas por encima de hacerse rico.

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